domingo, 29 de agosto de 2010

Nunca me abandones

Ése era otro cabrón de franela tanteada por noches frenéticas.
Pilón de fichas transpiradas por numerologías imposibles. Y certeras.
Enterradas en un prostíbulo de rapaces. Calzaba pantalones marrones,camisa crema con bolsillos, mocasines negros gastados.
Insectos entrometidos: sus dedos finos. Jugueteaba en la mesa de apostadores. Dedos sin asomo de lógica. O la anitlógica con la suya propia.
Bordeaba la tentación, su frontera de fichas laqueadas.
Despoja sobre la mesa su don, la custodia inflexible de torsión de ganador.
Aunque no siempre: A Él nadie lo ama.

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